Por: CT (RP) Bernardo Molina Otalora
Administrador Policial

Una serie de operaciones policiales han revelado cómo una banda criminal china ha hecho fuertes incursiones en Chile y en el cono sur de América, beneficiándose del floreciente comercio de marihuana del país y de sus estrechos vínculos comerciales con China.

A fines de agosto, una denuncia penal en Santiago afirmaba que más de 200 inmigrantes chinos habían sido traídos ilegalmente a Chile desde la China continental desde 2021. La denuncia, presentada por la Asociación Gremial de Cultura y Comercio Chino en Chile (Asociación Gremial de Cultura y Comercio China en Chile), alegó que los migrantes se dirigieron a Argentina, Brasil o Bolivia, y luego fueron traídos a Chile, pagando entre 2.500 y 8.000 dólares cada uno.

Una vez que llegaban a ciudades chilenas como Santiago, Valparaíso y Temuco, los migrantes a menudo se veían obligados a la explotación sexual en lugares de entretenimiento o a trabajar como cultivadores en plantaciones de marihuana bajo techo.

Una investigación criminal paralela, que comenzó en 2020, encontró que una serie de estas plantaciones de marihuana en interiores y lugares de entretenimiento eran propiedad de familias originarias de la provincia de Fujian, en el sur de China, conocida como el clan Bang.

“Ha habido al menos cuatro investigaciones en los últimos años vinculadas al tráfico de migrantes y la trata de personas [desde China]… en las que podemos ver la misma estructura de gestión”, Luis Toledo, jefe de la unidad nacional antidrogas de la fiscalía general de Chile.

Si bien el crimen organizado chino ha incursionado en América Latina antes, suministrando fentanilo o precursores químicos a grupos mexicanos o ayudando a lavar las ganancias de las drogas, esta presencia en Chile parece ser mucho más permanente.

Legado internacional del crimen organizado fujianés

El grupo Bang es uno de los grupos criminales más destacados que han surgido en la provincia sudoriental de Fujian. Debido a su posición geográfica y vínculos comerciales, oleadas de inmigrantes fujianeses han migrado por todo el mundo, con una fuerte presencia en Hong Kong, el sudeste asiático, Estados Unidos y Canadá.

Históricamente, esta diáspora ha permitido al crimen organizado de Fujian establecer operaciones en diferentes países, ya sea dirigiéndolas internamente o colaborando con otras Tríadas chinas, la Yakuza japonesa o grupos mafiosos en Estados Unidos.

Esas operaciones habitualmente consistían en la gestión de casinos autorizados o lugares de entretenimiento y salones de belleza como fachadas para el tráfico de drogas y la prostitución.

Estas operaciones formaron un modelo inicial de cómo el grupo Bang llegaría a operar en Chile. El grupo pudo beneficiarse del legado fujianés de administrar lugares de entretenimiento como bares de karaoke como fachadas de economías criminales, al mismo tiempo que desarrollaba su propia experiencia en el cultivo y venta de marihuana.

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