FUENTE: Teniente Coronel Alvaro E. Gómez D

A finales de 2015 y en plena campaña para la alcaldía de Barranquilla, el entonces candidato Alejandro Char, anunció que, si la Policía no era “capaz” de controlar la inseguridad en las calles, se vería en la obligación de sacar al ejército a patrullar, anuncio de medidas desesperadas, que además
desnaturalizan la razón de ser de nuestro ejército nacional.

No deja de causar extrañeza que alguien que ya fue alcalde, jefe de policía de la ciudad, no tenga claro el concepto de policía y quizás solo por los afanes propios de la campaña, haya reducido un tema de tal magnitud, como el de la seguridad pública, a expresiones retadoras que pueden sonar bien para la
galería, pero que en nada ayudan a la moral institucional.

Pero lo realmente preocupante es que para febrero de 2016 haya insistido en tales medidas, que finalmente no se materializaron, probablemente gracias a la cordura conceptual de quienes hicieron parte del proceso de decisión, en todos los niveles.

Y preocupa aún más que una ciudad que desde 2008 ha tenido continuidad en las políticas de gobierno, con indudables avances de infraestructura y en lo social, esté resintiendo tanto sus debilidades en materia de seguridad, quizás precisamente porque ésta ha sido la pata coja de la mesa, quizás por falta de
comprensión a los retos del escenario del postconflicto armado interno, o quizás porque sencillamente nunca ha existido una verdadera política pública y sostenida de seguridad.

Es tal la dimensión del problema, que la gente está expresando su descontento al calificar la gestión del alcalde en seguridad con un 76% entre mala y muy mala, según la encuesta Polimétrica de febrero, o al creer en un 60% y al alza, que las cosas están empeorando en su ciudad, según la encuesta Gallup de
marzo, pero además con expresiones del mejor humor caribe, como con la canción “La atracadera”, una adaptación ciudadana del éxito carnavalero “La Guacherna”, para expresar el temor y el descontento con lo que está pasando.

Ahora bien, esto no pretende ser una crítica personal al alcalde de Barranquilla, esta es una reflexión técnica y profesional para todos nuestros alcaldes, o sea nuestros jefes de policía o quienes pretendan serlo en el futuro, sobre la importancia que deben concederle a los planes de seguridad en el largo plazo, a conocer de la mano de los comandantes de la Policía, sobre lo que se está haciendo, cuáles son las necesidades y retos, y cómo deberían incorporarse estos dentro de sus planes, las políticas de gobierno de las calles, la POLITEIA, el derecho de Policía, ahora de nuevo tan en boga gracias al nuevo código nacional de policía y convivencia.

Garantizar una inversión pública municipal/distrital, que no se limite exclusivamente a la dotación y mantenimiento de flotas de vehículos, o a la inversión en sistemas de vídeo vigilancia, sino que además y de la mano del gobierno nacional, incentive el incremento de un pie de fuerza adecuado para el servicio de la ciudad, son medidas mucho más coherentes, pero que también aliente los tanques de pensamiento sobre los problemas locales para la innovación del servicio de policía, serían muy valiosos aportes.

Tal vez ahora que no estamos en campañas políticas, sea el mejor momento para proponer que todos los aspirantes a alcaldías, reciban siempre de la Policía Nacional, un reporte estratégico de seguridad local, que los ilustre de la manera más profesional y los ayude, sin importar quien sea finalmente el escogido por los ciudadanos, a articular sus propuestas y planes de gobierno dentro de una lógica de construcción de la mejor política pública de seguridad ciudadana.